lunes, 22 de abril de 2024

Una buena práctica. Alfabetización de adultos mayores en residencias.


Presentación

El objetivo de la alfabetización es conseguir que las personas se desenvuelvan sin obstáculos en cualquier ámbito social. Se trata de un derecho fundamental. La alfabetización favorece el desarrollo vital y social y hace que haya una participación más activa en la sociedad además de influir en nuestro comportamiento y en la forma que tenemos de comunicarnos con los demás.

Debemos entender la alfabetización de mayores como la capacidad de poder leer, escribir y calcular. Esas capacidades deben servir para poder aplicarlas cuando se necesiten. Según explica la UNESCO, la alfabetización va más allá del hecho de ser capaz de leer, escribir y calcular. Determina este proceso de educación como “un medio de identificación, comprensión, interpretación, creación y comunicación en un mundo cada vez más digitalizado.” Evita que los mayores estén en desventaja con respecto a otros grupos de edad.

El proyecto de alfabetización del que quiero hablar se encuadra en el ámbito de las residencias de mayores, en donde coinciden personas que no son analfabetas junto con otras que pueden serlo bien funcionalmente o completamente.

Cuando una persona mayor llega a una residencia en condiciones cognitivas suficientes como para seguir aprendiendo, se hace necesaria una intervención para facilitar este proceso. La edad no es un impedimento para seguir aprendiendo. Además, en muchos casos es un deseo muchos años postergado por distintas circunstancias a lo largo de la vida. Conociendo la infancia y la adolescencia de los mayores podremos ver que muchos no tuvieron acceso a la educación bien porque no había escuela cerca, por discriminación de género, por tener que ayudar en las labores de los padres, etc.



Entorno de aprendizaje

El ámbito de las residencias nos permite dar el apoyo necesario para hacer que aquellos mayores que lo estén deseando adquieran estas habilidades. El tiempo que requiere el aprendizaje será diferente para cada individuo, pero el hecho de estar en una residencia favorece la educación continuada y poder plantear objetivos más ambiciosos.

Cualquier programa de alfabetización de adultos ha de adaptarse a sus capacidades y necesidades. Habrá que tener en cuenta que algunas capacidades físicas y mentales pueden estar deterioradas. Habrá que adaptar su entorno para que sea un espacio cómodo y que haga que los problemas de visión y auditivos no sean un obstáculo. La elección de materiales puede facilitar el aprendizaje, los cuadernos y las tipografías serán más grandes. La memoria juega un papel importante, son buenas las actividades y los juegos que la favorezcan. Así evitamos que olviden lo que vayan aprendiendo. El trabajo en grupo hace que el adulto mayor reconozca que tiene conocimientos y experiencia y que el resto del grupo también, esto favorece la autoestima y la relación con los compañeros.

Muchos mayores no se atreven a dar el paso para recibir una educación. Pueden sentirse en inferioridad de condiciones por su falta de escolaridad, tener vergüenza en asumir que no saben leer y escribir. Pueden sentirse en desventaja respecto a los demás del grupo. Suelen dudar de su capacidad de aprendizaje. Pueden tender a desilusionarse si no ven un éxito inmediato en su aprendizaje.

Es muy importante hacerles ver que aprender a leer y escribir es un proceso lento, hay que ofrecer un ambiente de confianza para que se sientan cómodos y buscar aquellos intereses del adulto mayor que sirvan de motivación. Es fundamental evitar juicios y comentarios negativos. Entender y comprender sus emociones ayudará en el proceso educativo.




Impacto y resultados

La alfabetización de los adultos mayores fomenta una sociedad más justa e igualitaria en todas las edades. Mejora la calidad de vida.

Mediante una educación permanente se consigue estimular motivaciones más profundas.

No tiene límites ni edad, ni de formación previa, ni de ubicación socioeconómica.

Los mayores encuentran nuevas formas de organizar su tiempo buscando una nueva actitud de vida que le enriquezca personalmente.

La educación permanente puede hacerse en distintos lugares, incluso salir del ámbito de la residencia e incorporarse a clubes, Universidades de la Tercera Edad, etc.

La educación permanente puede dar lugar a cambios significativos en el imaginario social, transformando las actitudes de descalificación, menosprecio o paternalismo hacia los mayores.

La educación permanente no tiene límites ni edad, estimula motivaciones más personales. Es una forma más de organizar las actividades en las residencias, donde el tiempo puede hacerse muy lento.

La formación permanente hará que también el adulto mayor tenga un mejor acceso al mundo digital. Hay que tener en cuenta las necesidades particulares para hacerles partícipes de la era digital. Es importante que tengan acceso a Internet y que aprendan a moverse en ese entorno mediante cursos específicos de alfabetización digital.

La alfabetización en salud para los adultos mayores se refiere a que éstos tengan los conocimientos y competencias necesarias para acceder a la información de su propia salud, para poder entenderla y evaluarla. Ello promueve un estado de vida saludable.




Puntos fuertes y débiles

Con respecto a los puntos fuertes sobre la alfabetización de los adultos mayores creo que el más importante es la satisfacción personal. Cuando una persona ve que es capaz de seguir aprendiendo, de alcanzar unas metas hace que su autoestima suba enormemente y el que adquiera unas competencias de lecto-escritura y de cálculo que le haga independiente es sumamente útil.

Los éxitos de unos mayores estimulan al resto de compañeros, especialmente a aquellos que están iniciando su proceso de aprendizaje. Suponen un ejemplo a seguir y ello favorece las relaciones en el grupo.

Este grupo de edad tiene que luchar contra el deterioro físico y cognitivo. Hay diferencias muy grandes entre unas personas y otras y esas diferencias hay que gestionarlas de tal forma que no afecten negativamente.

Por otra parte, no todas las residencias disponen de los medios humanos y materiales suficientes como para acometer estos proyectos. Muchas solamente atienden a personas cuyas facultades físicas y especialmente mentales están muy deterioradas.

La vejez no es una excusa para no seguir aprendiendo, en nuestra mano está que continuar aprendiendo sea posible.

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